Intrigantes y estremecedores son los casos y expedientes de los diversos asesinos en serie que desgraciadamente han actuado históricamente en multitud de países y épocas. El componente psicológico o patológico que acompaña a este tipo de asesinos sí que es y ha sido objeto de análisis y reflexión para los especialistas y sobre todo para la justicia que ha intentado buscar una causa u origen de esta actitud desde el punto de vista del asesino, y sobre todo, estos casos nos sobrecogen por la manera en que el ser humano puede llegar a manifestar y materializar conductas extremas que quizá se originen dentro de lo más hondo de nuestra psique y que quizás conserven un componente genético puramente animal que va ligado a nuestro pasado como seres irracionales, como puras ¿bestias?…
Históricamente hay diversos casos constatados de asesinos en serie que dejaron un reguero de cadáveres a su paso. Por citar alguno de ellos y quedándonos en España valga citar un caso sucedido en el siglo XIX que fue protagonizado por el campesino alavés Juan Díaz de Garayo y Argandoña, hombre con una minusvalía psíquica que según las crónicas del momento asesinó al menos a 6 mujeres, aunque pudieron ser más. A Juan se le conoció por el estremecedor sobrenombre del «Sacamantecas» pues alguna de sus víctimas sufrió esta horrible práctica. Pero finamente el «Sacamantecas» confesó sus crímenes y miren por donde también apareció en este caso la maléfica figura del diablo, ya que Juan Díaz, cuando relató sus crímenes aseguró que lo había hecho inducido por el propio diablo el cual se le apareció tiempo atrás y le ordenó que actuara así. En la documentación y confesiones de algunas de las víctimas que no llegaron a morir, se descubre que el «Sacamantecas» era una persona amorfa, tremendamente desproporcionada, con un enorme cráneo y una nariz aguileña. Su final fue la condena a garrote vil, y aún hoy se sigue llamando al «Sacamantecas» para asustar a los niños, recordando la época en la que este personaje tenía atemorizada a toda una comarca con sus horribles crímenes.
Nos resulta inevitable al conocer esta historia, el evocar la mitología griega e imaginar al titán Cronos devorando a sus hijos, como si la vida de sus vástagos estuviera en sus manos, precisamente lo mismo que imaginó el cruel asesino toledano…
A continuación reproducimos el texto aparecido en la prensa de la época:
«El pueblo de Consuegra, acaba de ser testigo de un crimen tan horroroso que acaso no pueda hallarse otro semejante. Un hombre de sesenta años, separado de su mujer, que vivía en otro pueblo, ha dado muerte a dos gemelos que había tenido de una manceba suya a pesar de la oposición de ésta, que prefería el deshonor a la muerte de sus hijos. Pero lo más horrible del caso es que según declaración de la madre, en veinte años que llevaba ilícitas relaciones con el matador, había éste, hecho sufrir la misma suerte a otros doce hijos suyos. Mentira parece que haya padres tan desnaturalizados. Según nos escriben esta es la causa del antiguo juzgado de Consuegra en que tiene que entender el de Lillo.»
«La Correspondencia de España. Diario Universal de Noticias» nº 3.550, viernes 19 de julio de 1867.
José García Cano